- Me da mucha lata, pero siempre termino llendo, no sé por qué.
- Fácil. Por inercia.
Desde aquella pequeña conversación con un vice-presidente de un centro de alumnos del Manquehue, me quedó rondando aquella palabra.
Inercia.

Citemos a nuestra fiel y real Real Academia de la Lengua Española (valga la redundancia)
Inercia: Propiedad de los cuerpos de no modificar su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza.
Vale decir, como diría Pancho Maturana, aplicando el concepto en la mentalidad humana, es la LATA de movernos, por mucho que sea peor estar quietos, o bien la LATA de estar quietos, por mucho que sea peor estar moviéndonos.
La inercia, además, es una fuerza invisible que nos conduce a hacer cosas que quizás no son 100% óptimas, pero por a, be o ce motivos las hacemos igual.
Filosofando un poco al estilo de mi querido compañero de blog, cito un ejemplo:
Caminando hacia el Mc Donalds con seis amigos, por Vitacura:
- Oigan, ¿por qué vamos al Mc Donalds, si el Burger King es mucho mas rico y barato? - preguntó alguien por ahí.

- Si, en verdad... vamos al Burger King mejor - dijo otro.
- Como quieran - dije yo.
Pero algo pasaba. Aquella amarilla M estaba cada vez más cerca, y ninguno de nosotros había tomado las riendas del asunto para frenar, dar media vuelta, e ir hacia el Rey de la Hamburguesa.
¿Que pasó? Simplemente, almorzamos en el Mc Donalds, con ese payaso que dan ganas de pegarle, sonriéndonos triunfalmente en frente nuestro.
Y por eso hoy digo, y afortunadamente C.H comparte mi humilde opinión (si no este blog sería un centro de debates cerrados y agitados) :
La inercia es la excusa de los flojos y los cobardes.
¿Inercia? Dejemos eso para los átomos y sus cargas positivas y negativas, y empezemos a tomar las riendas de nuestros actos.
Gracias.
Nicolás Montero