Capitulo 2.
"padre hay uno solo"
"Madre hay una sola" Leyó en una revista el pequeño Juan José mientras tomaba su leche chocolatada y se hacía el nudo en la corbata disponiéndose a salir al colegio cuando pensó;"¿Por qué solamente han de decir que la madre es una?, ¿Qué pasa con el padre?, Pensamientos que fueron interrumpidos por la decadente imagen de su madre saliendo de la salita de estar envuelta en una bata, con una tasa de café en la mano, el excesivo maquillaje en su cara se había corrido y el pelo lo llevaba envuelto en una desastrosa toalla que dejaba ver rastros de su pelo teñido con el color del vino. Al llegar a la mesa coja que sostenía la ya fría leche del pequeño lo mira con una ternura que solo una madre puede llegar a tener y le dice:
-¿Cómo está mi Josesito?, y con un tono de repudio el pequeño Juan José le responde; -Calla mujer. -Cabe decir que es increíble que un niño a la edad de 13 años responda así a su madre, a lo que esta le responde; -¡No me faltes el respeto caramba!, ¡soy tu mamá!-. A lo que se notó la falta de atención del joven hacia su madre.
-Es una prostituta, dice que trabaja de noche y nada más, ¡pero yo lo sé!, ¡es una prostituta! -Dijo mientras salía enrabiado de la cocina a lo que respondí; -Calla estúpido, imbécil, nunca supiste en qué trabaja, ¡no supongas estupideces!, quizás eh, no sé, tenía una consulta psiquiatrica nocturna para gente muy ocupada. -Dios mío - Exclamó -Cree lo que quieras, yo conozco la verdad.- y se fue indignado camino al colegio.
La misma calle de siempre, los mismos niños jugando con una pelota desinflada, el mismo músico decadente tocando con su guitarra desafinada y su tarro de habas colgado al mástil, los mismos perros sin correa, los mismos perros con correa mofándose de los vagos sin dueño, el mismo pensamiento que rondaba en la cabeza de Juan José después de las poco variadas conversaciones que siempre terminaban en conflicto con su madre, "¿Qué es lo que sé de mi padre?", "¿En qué comenzó a trabajar realmente mi madre después de su muerte?", en efecto, lo único que sabía de el era que murió en un accidente con un poste intentando salvar a una señora de morir aplastada, "todo un héroe", pensaba y lo único que guardaba de él era una chaqueta que le regaló al cumplir los 8 años asegurándole que era su preferida, que la guardara para cuando pudiera usarla de verdad y que en ese momento tan especial, buscara en los bolsillos para entonces encontrar algo muy significativo, y así lo hizo, la conserva en su ropero junto con sus otras pertenencias de valor. Y así caminando por esas calles ya bien conocidas comenzó a recordar la cantidad de hombres que llevó su madre a casa para reemplazar a su heroico padre, ninguno del agrado del pequeño Juan José y rechazados por el mismo siempre con su argumento en frente "Si madre hay una sola entonces padre hay uno solo".
-¿Cuál es el afán de reemplazar a las personas cuando ya no están?, se dijo a si mismo respondiéndose inmediatamente; -Que porquería, mi madre ya no es más que la mujer que me dio la vida, pendiente todo el día de qué hombre conquistar y llevarlo a la cama, ¿a eso lo llama oficio?, que mujer más despreciable.
-¡No la trates así! -le dije- Te dio la vida, te da una cama, comida y te paga un colegio en el que puedes estudiar para ser alguien. -¿Y por qué? -me dijo- ¿Por qué solamente estudiando en ese antro de porquería voy a ser alguien?, cada vez que llego allá hay un montón de pendejos estúpidos dedicados a mofarse de mi, de mi cara y de mi modo de ser, ¿seré acaso tan extraño?, llegó a ese lugar a sentarme solo, aislado de esa gente para no contaminarme con su estupidez, y me enseñan matemáticas, lenguaje y biología por que dicen que sin esos conocimientos nunca seré alguien y me estancare en la miseria, ya van a ver, cuando crezca voy a demostrarlo, no necesito de tanta parafernalia ni conocimientos de tanta estupidez para llegar a ser alguien. -A veces necesitas ser un poco sumiso, le dije. -Has caso a lo que te digan, tienes 13 años eres tan pequeño que no tienes ni conocimiento, ni capacidad para saber qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. -Ah conocimiento. -Respondió angustiado.
-Todo se basa en el conocimiento, quien conoce es, quien no conoce, no es, yo quiero que mi vida se base en actos.
-...
Tan pequeño era y ya tan decidido a cambiar el modo de pensar de la gente. Llegó a la escuela, buscó su banco, se sentó y una manada de niños exaltados detrás de él rieron como si estuvieran frente a un payaso de circo, de pronto el pequeño Juan José se levanta y se mira el trasero, como lo suponía, una mancha de pintura se había expandido por toda su espalda y el pantalón, ya sin esperanza de hacer entender a esa gente como se sentía con eso volvió a sentarse sobre la pintura con la resignación de un perro tras un escarmiento de su dueño y volvió a escuchar carcajadas y voces que gritaban: "¡Loco!", "¡estúpido!", "¡Nerd!" y como todo vaso siempre necesita una gota que lo rebalse y ya con lágrimas en los ojos escuchó las 3 peores palabras que podría haber escuchado ese día: "¡Hijo de puta!", a lo que se dijo a si mismo; "Si" y luego de una larga oleada de insultos tomó sus cosas y salió de ahí con la tranquilidad que da la resignación.
Emprendió de vuelta a su casa el pequeño Juan José con la idea fija de insultar a su madre de la manera más brutal que llegaría a alcanzar la imaginación de un niño de su edad, moción que se fue atenuando con el pasar del reloj que ya en frente de las puertas de su casa se sentó solo a llorar, creía no tener a nadie, a nadie excepto a su madre que sabía ,o eso creía el, era una prostituta, oficio que nunca ha logrado aceptar. Entró a su casa, dejó su bolso negro en el futón de la salita y se encerró en su pieza en búsqueda algo con que entretenerse, entre búsqueda y búsqueda dio con su armario el que abrió para contemplar la única cosa que le recordaba a su padre, esa chaqueta tan misteriosa. Se detuvo a observarla unos minutos cuando decidió que ya era hora, se la probaría y revisaría por fin que había en esos bolsillos, ¿qué cosa tan significante podría haber?, quizás creía, algo encontraría que diera un vuelco en su vida. Así se la probó y como era de esperarse le quedó un tanto suelta, las mangas le colgaban y era de un ancho exuberante comparado con su contextura física, en fin, lo que quería más que nada era revisar esos bolsillos y así lo hiso, los revisó hasta encontrar una bolsa roñosa y carcomida por los años, impaciente el joven la abrió y se encontró con nada más que una bolsa que contenía semillas y una carta en la que afuera decía; "Bien posible era hijo que buscaras esto antes de tiempo, si me estimas entonces leela a la edad de 15 años", y sin hacer caso a su curiosidad ni a su impresión por encontrar una simple bolsa con semillas la guardó en su lugar y se tendió en la cama, fue un mal día y más aún un día extraño pero no tan extraño creo yo como los dias que vendrán.
Continuará.
Cristóbal Hernández.